martes, 5 de octubre de 2010

Cuento!

LA HORA DE LA MUERTE
Ese día Andrés Algamar (El viejo Andre) se levanto a las 5:00 de la mañana como de costumbre, A las 5:55 salió de su casa a esperar la moto que lo llevaría a la universidad. Habían transcurrido ya 10 largos minutos y no había observado pasar ninguna moto; oh, ahora recordaba que era 9 de agosto, día sin moto. Pensó que no valía la pena gastar cinco minutos caminando cuatro cuadras a tomar la buseta, así que decidió tomar el primer taxi que pasara. Ah, pero que vida tan miserable, no tenía dinero suficiente para pagar el taxi. Desesperado miró el reloj de pulso en su muñeca izquierda, las 6:07AM. Era practicante imposible llegar a su clase de 6:00, así que decidió no ir ese día a la universidad. Pero precisamente cuando voltea y se dispone a abrir la puerta de su casa, escucha una voz que le dice: -Eeeh amigo, pa’ la U- Andrés volteo, efectivamente era con él, el que le hablaba era el de un taxi, que venía haciendo colectivo. Andrés llegó a las 6:17 AM y para su fortuna el profesor no había llegado aún.
En la clase Andrés estuvo muy atento, hizo aportes valiosos y preguntas interesantes. A las 8:00 la clase terminó y Andrés decidió irse a casa. Había caminado solo dos cuadras desde la salida de la universidad cuando un mototaxista de esos que no acatan las reglas le ofreció llevarlo, Andrés no le vio el problema; su casa quedaba lejos y pues no le gustaba caminar largas distancias, al fin de cuentas lo peor que podía ocurrirle era que un policía de tránsito los detuviera y en el mejor de los casos, podría llegar rápido a su casa y disfrutar del delicioso desayuno que le había preparado su mamá. Tal como ocurrió.
Andrés terminó de desayunar y subió a su habitación a dormir un poco como de costumbre. Observó en su cama un libro de la biblioteca de la universidad, buscó la fecha de entrega: 12:30PM, pensó que tenía tiempo suficiente para dormir, así que se desplomo sobre su cama. Sin embargo, Andrés no tenía sueño, era algo realmente extraño en él, pero era exactamente lo que ocurría. Así que decidió aprovechar el tiempo de vigilia para estudiar la clase del día siguiente. Aún en su cama, tomo el libro en sus manos, buscó el tema, pero no estaba. Así que intentó comunicarse con  una compañera para que le prestara otro libro, pero la muchacha no le contestó. Se dirigió entonces a la universidad, entregó el libro que tenía y se dispuso a prestar uno de sala para leer. Increíblemente todos estaban ocupados, así que se retiró.
A la salida de la biblioteca, se encontró con dos compañeros de clase y observó que uno de ellos tenía el libro que necesitaba, le solicitó el préstamo del libro para sacarle fotocopias al capítulo que necesitaba leer. Su compañero accedió, y juntos se dirigieron a la fotocopiadora Multiservicios, ese día como siempre, ésta se encontraba repleta de personas, estaba a reventar y, Andrés como nunca decidió no esperar, continuaron caminando y adelante, Fotocopiadora LUZ, completamente vacía, con los mismos precios cómodos de multiservicio. Andrés se detuvo y pidió el servicio. Lo atendieron, le devolvió el libro a su compañero, guardó sus copias, se colocó su morral, se despidió de su acompañante y caminó rumbo a casa. Sólo había dado dos pasos cuando escucho detrás de él: - ¡Viejo Andre! ¡Espéreme! Era Juan Miguel, su primo del alma, así que lo esperó. Caminaron hasta la cuadra siguiente, por la que Andrés siempre doblaba y miraron como la lluvia de la noche anterior la había arruinado. Así que decidieron doblar por la siguiente esquina.
A penas acababan de voltear cuando Juan Miguel se detuvo a mirar a los señores de un trasteo intentando subir una nevera al segundo piso de una casa al otro lado de la calle. Andrés había perdido gran parte de la mañana y no quería perder más tiempo, le insistió a Juan Miguel continuar el camino, pero éste se rehusó alegando que deberían ayudar. Y en esas estaban cuando los señores de trasteo, al otro lado de la calle les gritaron solicitando ayuda. Ambos chicos atravesaron la calle y ayudaron a subir la nevera. Una vez arriba la nevera, el dueño que se encontraba en el segundo piso, sujetándola, la inclino, pero no lo suficiente, quería evitar raspar su nevera nueva. Así que la nevera se balanceó y cayó sobre Andrés, quién sólo pudo observar como este objeto tan pesado se le venía encima.
La nevera se hizo pedazos, jodió los cables de la luz de la vecina, hizo temblar la tierra  y…
Bueno lo cierto es que no se raspó, el dueño hizo todo lo que pudo hacer, muy bien hecho para evitarlo. Ahora sólo le tocaba invertir en la baldosa y en el cable de su vecina y, por su puesto en una nevera nueva.
Si los señores del otro lado de la calle no le hubieran pedido ayuda Andrés, si Juan Miguel no se hubiera detenido a mirar, si hubieran tomado el camino de siempre, si no se hubiera encontrado con su primo del alma, si hubiera esperado como siempre en la fotocopiadora de siempre, si su compañero no le hubiera prestado el libro, si hubiera encontrado un libro de sala para leer, si su amiga le hubiera contestado, si hubiera encontrado el tema en el libro que tenía, si hubiera tenido sueño como de costumbre, si no se hubiera encontrado con el infractor mototaxista, si el taxi no hubiera aparecido, si Andrés no se hubiera levantado ese día… Si Andrés nunca hubiera ingresado a estudiar en esa universidad, si no hubiera terminado el colegio, si no se hubiera criado en esta ciudad… es definitiva, si Andrés nunca hubiera nacido, tal vez ahora no estaría MUERTO!
POR: Marianella Narváez C.

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